Ahora que estamos juntxs

Foto: Arahal Orgullosa

Imagino que sería el calor sofocante de julio. Supongo que también tendría bastante que ver con que a estas fechas del año pasado nadie vería su salud comprometida por irse al campo o a la playa a hacer lo que se hace en los veranos: salir mucho y preocuparse poco, que ya llegaría septiembre para volver a fruncir los ceños y ser personas adultas.

Por eso, echando la vista atrás, parece cuanto menos anómalo que el cuatro de julio de 2019 un grupo (por qué no decirlo, de dimensiones modestas) de jóvenes preocupados se reuniera en la Casa de la Cultura de Arahal a redactar unos estatutos, votar una junta directiva y fundar la primera asociación LGBT+ de nuestro pueblo: Arahal Orgullosa.

Por esas fechas ya hacía un año desde que la localidad entró oficialmente en la Red de Municipios Orgullosos y hacía unos cuantos más desde que el ayuntamiento comenzó a colocar la bandera arcoíris cada mes del orgullo bien visible en el balcón de la Casa del Aire. Sin embargo, sin la existencia de un colectivo de referencia como el nuestro, estos gestos caían en saco roto. Mis palabras para nada parten desde el desagradecimiento, muy al contrario, desde la institución local no hemos encontrado más que apoyo y aliento desde que comenzamos nuestras andadas. Pero es que la institución no es un espacio de iguales y esto es justo lo que más necesitamos las personas LGBT+.

En un pueblo pequeño, y el nuestro lo es, no hay nada más valioso que sentir que no estás sola; sentir que tus gustos, tus aficiones, tu identidad y tu deseo de afecto no son solo algo tuyo que más valdría ocultar. Sin embargo, sin referentes, muchas veces no queda más remedio que hacerlo como lo hacen otros muchos que viven tan cerca de ti. Como lo hacen esas dos mujeres “solteras” que viven juntas desde hace tanto tiempo. Como lo hacen los dos chicos de cuarto de la ESO que no se han dado la mano todavía en público. Como lo hace la niña que decide que mejor no se apunta este año al fútbol, no vaya a ser que se note.

Creo que las asociaciones locales como la nuestra son, ante todo, un antídoto contra la soledad que provoca salirse de la norma, a veces tan asfixiante y tan estrecha. Es en estas asociaciones donde conseguimos el apoyo que tanto nos hace falta para acabar con la culpa de no ser como todo el mundo espera que seas y donde aprendemos a aceptarnos como somos, a querernos y a cuidarnos.

Es entonces y solo entonces, cuando nos aceptamos, nos queremos y nos cuidamos, que podemos empuñar con rabia la bandera del arcoíris y reclamar colectivamente el espacio que nos corresponde en la sociedad como personas trans, homosexuales, bisexuales, etc., con el derecho a ser lo que somos sin ser oprimidas o marginalizadas por ello. Y por si acaso, si un día no podemos luchar, ahí estarán nuestras compañeras.

Feliz Orgullo.

Irene Arahal. Secretaria de la Organización Arahal Orgullosa

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