Ramos de flores cargados de Fe

Ofrenda floral realizada el pasado 13 de junio. Foto: hermandad

Este trece de junio se recordará de una forma muy especial, y a la vez muy atípica, ante la situación que se vive a nivel mundial. Pasados los días, aún me viene a la memoria ese despertar temprano, sin escuchar ese cohete que avisa que Arahal está de fiesta, ni un simple repicar de campanas se oía en el pueblo, pueblo en silencio y sin trasiego de gente, en el que ni trinaban los pájaros. Salí a la puerta al relente de ese amanecer de junio y paseé por las calles, creí que estaba soñando. En ese mismo momento con el sol ya calentando fui recordando momentos, personas, esos trece de junio que habíamos dejado atrás y, que ahora tanto anhelábamos poder viajar en el tiempo.

Pasamos tiempo con muchas personas a lo largo de nuestras vidas. Buenas, malas, mejores y peores. Personas que estarán siempre y otras que estarán solo de paso. Personas que dejarán las excusas a un lado y otras que las tendrán para cada ocasión. Personas que estarán contigo porque quieren y otras porque les interesa. Personas que vienen y van, pero siempre se quedan. Nos cruzaremos con muchos tipos de personas. En diferentes lugares y en diferentes situaciones. Por cualquier motivo. y todas, absolutamente todas, nos enseñarán algo. De cada una nos llevaremos una lección.

Hay afectos que nacen de dentro que, para expresarlos, no existen palabras… se intuyen, se sienten, se gozan, se viven… son fuentes abundantes que manan… y no logran mermar su caudal del tiempo, los años, las canas. Cercanía, acogida, el dar sin medida… así de sencillo, a cambio de nada. Siento una atracción mutua que se asoma al misterio que surge de repente, no se sabe por qué, que genera alegría, bienestar y bonanza y que anima, día a día en ese “buen hacer”. Es así, de sublime, es así de sencillo, el camino que nos hace llegar a esas grandes personas.

En estos tiempos tan convulsos reflexionemos, pensemos en todas aquellas personas que ya no están, dejemos a un lado nuestras diferencias y mandemos una oración al cielo para todos y todas las personas que se fueron, que marcaron una etapa en nuestra querida Hermandad Paduana dejándonos sus huellas, momentos y recuerdos inolvidables que pasaran a formar parte de la historia de nuestras vidas, y aunque no vuelvan, un día volveremos a reencontrarnos.

A lo largo de la historia de la Iglesia han venido sucediéndose e integrándose numerosas devociones. Éstas han ayudado al Pueblo de Dios a perseverar en la fe y a manifestarla de modo sencillo, como es el caso de San Antonio de Padua. En estos momentos en los que el mundo vive de una forma convulsa los efectos de la pandemia del Coronavirus, las hermandades toman un papel fundamental a la contribución en la medida de sus posibilidades a afrontar este problema, siendo conscientes de que en unos meses se manifestarán, por desgracia, momentos de fuerte virulencia social en la vertiente económica.

Es importante recuperar esta dimensión de la caridad cristiana. San Antonio invitaba a todos a mirar a Cristo en la cruz, y decía: “Si miras bien (el crucifijo), podrás darte cuenta de cuán grandes son tu dignidad humana y tu valor… En ningún otro lugar podemos comprender mejor lo que valemos”. “Meditando estas palabras –decía Benedicto XVI– comprendemos mejor la importancia del Crucifijo para nuestra cultura, para nuestro humanismo nacido de la fe cristiana… contemplando el Crucifijo vemos, como dice san Antonio, cuán grande es la dignidad humana… (y) cuánto valemos… porque (para) Dios… somos dignos de su sufrimiento”. También explica que “La caridad es el alma de la fe”. Por eso, exhortaba a los ricos a ser generosos con los pobres, para que luego ellos los recibieran en el Cielo, “donde existe… la serenidad de la saciedad eterna”.

La pandemia nos ha hecho modificar, en todos los ámbitos de la vida, nuestros hábitos más comunes y la forma de relacionarnos con la gente. Fueron semanas largas, complicadas y… siguen siendo. Pero, al menos, ya podemos acudir a rezar directamente al santo milagroso. Aunque es muy cierto que nunca hemos abandonado a San Antonio. Qué hogar de Arahal no posee una estampa, cuadro, almanaque o medalla del Santo. Nuestro pueblo ha mantenido encendida la vela de la profunda y sincera devoción a San Antonio y así lo demostró este trece de junio tan atípico, acercándose centenares de personas a su ermita para ofrecerle una ofrenda floral o simplemente, sus plegarias: “San Antonio Bendito, dame salud”.



Manuel J. García es miembro de Junta de la Hermandad de San Antonio y presentador en MedialTV.

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