El vecino de Arahal que lleva la esperanza en forma de vacuna

• Tras la primera fase de vacunación completada, el arahalense David Rodríguez cuenta su experiencia a MedialTV
• Este equipo de vacunación ha vivido momentos que «te tocan la fibra» como comenta
• Empezaron en diciembre de 2020 y se muestran esperanzados e ilusionados 

Unas 200 dosis al día puede sumistrar un equipo de vacunación contra la covid-19. Con una primera fase recién acabada y, ante la llegada de nuevas vacunas, el calendario previsto surge día tras día modificaciones. Miles de sanitarios y residentes están vacunados e inmunizados, algo que aporta luz en esta situación tan oscura. Una de las personas que está realizando esta misión es de Arahal.

La jornada comienza a primera hora de la mañana en la base de uno de los centros coordinadores de vacunación. Desde muy temprano, con una liturgia aprendida ya de más de un mes, el equipo número uno comienza a cargar el material en la ambulancia asignada. Hoy comienza otro día más de vacunación: bolsas, material de seguridad, trajes EPI… todo hay que tenerlo a punto para cargar, por último, los viales.

 

Todo ‘al milímetro’

Con un control muy exhaustivo de las dosis que porta cada grupo, un total de cinco profesionales suben en el vehículo sanitario. Durante el camino, repasan los lugares a los que tienen que acudir a lo largo del día. Ponen especial atención a aquellos sitios que hay focos de contagio: ese es uno de los factores de los que dependerá la manera de actuar del equipo. El grupo de sanitarios está conformado por cuatro enfermeros y un técnico de emergencias sanitarias. Este último, es el arahalense David Rodríguez.

Tras más de un mes con esta encomienda, David cuenta con el control y supervisión de Álvaro Alonso, un compañero enfermero que cada día tiene todo a punto. Desde el mantenimiento de la temperatura de las neveras donde llevan las dosis, hasta la recogida de cualquier residuo. La sincronización, es otra de las características que distinguen a una plantilla así. En el momento en el que llegan a un lugar de suministro, dan la sensación -y lo es- de que todo está orquestado.

Comienza la vacunación. Mientras que un enfermero se encarga de controlar por ordenador todos los datos, otra compañera carga las dosis para dárselas a las dos enfermeras que están vacunando. Mientras, Rodríguez, está para todo lo que se precise.

Un momento histórico

Son las personas más esperadas este año. David recuerda el revuelo que se formaba cada vez que entraban en las residencias de ancianos. Esos lugares, también, han vivido un completo calvario durante toda la pandemia. Las imágenes de abuelos llorando, sanitarios tomándose fotos mientras se vacunan y muchos más momentos “te tocan la fibra”, como confiesa. Uno de los vacunados se le acercó y le dijo: “Os lo debemos todo, sois un ejemplo.” Ante mensajes así, cuesta mantener los sentimientos guardados o con preguntas como las que le hizo otro anciano: “¿Ya puedo ver a mi hijo? ¿Puedo abrazarlo? ¿Pueden venir a verme? Es que llevo un año que no los veo.”

Son conscientes de que están haciendo historia, lo que no se imaginan es cuánto. “Todo lo que ha provocado la pandemia ha recaído a los mismos que estamos poniendo esa vacuna”, comenta en un descanso tras vacunar en otro centro de asistencia.

 

Hay que seguir cautos

Muchos podrían pensar que han sido los primeros en vacunarse, en absoluto, lo han ido haciendo conforme pasaron los días. Aunque ya inmunizado, tanto él como su equipo, se muestra optimista a medio plazo. Pero ni con esas hay que bajar la guardia. “Esto no nos quita nada”, dice contundente, para finalmente recordar que “todavía tenemos que poner mucho de nuestra parte.”

Con una primera fase finalizada, comienzan otra con la misma ilusión. Eloísa, Ángela, Maite, Álvaro y David son algunos de los sanitarios que traen la mayor esperanza necesaria en tiempos como estos.